lunes, 5 de noviembre de 2012

Lectura 4

COLECCIÓN: GALATEA
Director de la Colección Manuel Pérez Rocha
Universidad Autónoma de la Ciudad de México Primera edición, 2005.

ESTUDIANTES CON SÍNDROME DE FRACASO
Jere Brophy

Algunos estudiantes, especialmente en los primeros grados, muestran tendencias al síndrome de fracaso como parte de patrones de inmadurez emocional más amplios (por ejemplo: reacciones al estrés, poca tolerancia a la frustración o al rechazo, inhibición, o dependencia de los adultos); los estudiantes podrían estarse enfocando más en tratar de lograr la atención del maestro que en el contenido de la actividad académica diseñada para enseñarles. Este patrón puede ser un mecanismo de defensa mostrado por algunos niños que se sienten incapaces de competir con sus hermanos exitosos, que no tienen confianza en sus propias habilidades o que han adquirido expectativas de fracaso de sus padres o maestros. Los padres y los maestros pueden comunicar expectativas bajas a través de varios medios, directa o indirectamente, especialmente a los estudiantes que han sido etiquetados como “personas con dificultades para aprender”. Sin embargo, la mayoría de los síntomas del síndrome de fracaso se desarrolla por medio de mecanismos aprendidos socialmente, y se centra en experiencias con el fracaso.

Casi todos los niños comienzan la escuela con entusiasmo, pero con el tiempo algunos descubren que la experiencia les provoca ansiedad y se sienten amenazados psicológicamente. A muchos de ellos se les hace difícil que su desempeño sea supervisado en el salón de clases donde el fracaso conlleva la humillación pública. Por lo tanto no es sorprendente que algunos estudiantes, especialmente los que han experimentado una historia o un ciclo reciente de fracasos, empiecen a creer que carecen de aptitudes para tener éxito. Con el tiempo, estos estudiantes abandonan cualquier intento serio para hacer bien las tareas y empiezan a concentrarse en preservar su autoestima ante sus propios ojos y su reputación a los ojos de otros (Ames, 1987; Rohrkemper y Corno, 1988).

Estos estudiantes necesitan ayuda para recobrar la confianza en sus habilidades académicas, desarrollar estrategias que los ayuden a enfrentarse al fracaso y persistir en los esfuerzos para la resolución de problemas cuando se presenten. Hay varias sugerencias específicas que han surgido de la investigación de conceptos teóricos particulares o de la manera de abordar el tratamiento. Muchas de éstas incluyen lo que Ames (1987) ha llamado “reentrenamiento cognitivo”. Tres de las propuestas más destacadas son reentrenamiento para identificar los orígenes del fracaso, entrenamiento para establecer metas alcanzables y entrenamiento para aprender estrategias destinadas a la resolución de problemas.

Las conductas del profesor que promueven la visión de incremento de la habilidad incluyen:

• actuar como personas de apoyo más que como jueces,
• centrar la atención de los estudiantes en los procesos de aprendizaje más que en los resultados,
• reaccionar a los errores como parte natural y útil del proceso de aprendizaje y no como una evidencia de fracaso,
• al dar realimentación, poner mayor énfasis en el esfuerzo que en la habilidad, en los estándares personales más que en los normativos, e
• intentar estimular los esfuerzos para el logro a través de estrategias intrínsecas primarias en lugar de utilizar estrategias extrínsecas motivadoras.

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