lunes, 2 de mayo de 2011

Encontrar opciones, el trabajo del maestro en educación especial. Un caso real

La situación de Tania
Una alternativa para su atención

Tania es la hija menor de una familia integrada por mamá, papá y tres hijos, cursa actualmente el segundo grado de primaria, tiene 7 años cumplidos pero, desde que tenía dos años sus padres comenzaron a notar ciertas situaciones que según declaran no eran normales, era muy inquieta, aún no hablaba y cuando sufría algún accidente no se quejaba de dolor o malestar alguno; como cuando en una ocasión se quemó el brazo izquierdo con un calentador y ella continuó jugando como si no hubiera pasado nada.  Ante esta situación sus padres decidieron acudir con un médico, el cual les dijo que no había motivo de preocupación, que de cierta manera era normal que los niños pequeños actuaran así.

A los tres años la menor se integra al jardín de niños, en donde inmediatamente su comportamiento se distinguió del resto del grupo, continuaba sin hablar, cuando necesitaba o quería algo sólo señalaba o lo tomaba,  se mostraba poco tolerante al contacto físico, sus movimientos eran torpes,  sus periodos de atención eran breves,  no seguía consignas, no respetaba normas u horarios de actividades, ocasionalmente hacía rabietas o berrinches que duraban mucho tiempo. Dado lo anterior la maestra del grupo y la directora del plantel le sugieren a los padres de Tania acudir con algún especialista para que la atienda.

A partir de entonces la menor ha visitado varias instituciones escolares oficiales y particulares; así como a varios médicos, entre ellos cuatro neurólogos, dos pediatras y dos consultorios de medicina alternativa, se le han administrado en diversas ocasiones, entre otros los siguientes medicamentos: risperdal, metilfenidato, clonidina, olanzapina, valproato y haloperidol, sin que hasta el momento debido a su acción se hayan observado cambios favorables; al contrario los padres refieren que han advertido que en ocasiones dichos medicamentos provocan que la pequeña se altere más.

Entre los diferentes diagnósticos que ha recibido se encuentran: Retraso generalizado en el desarrollo; Trastorno de la actividad y la atención; Retraso psicomotor leve con predominio del lenguaje; Trastorno conductual con agresividad; Síndrome Down, Retraso mixto del desarrollo neurológico y Conducta agitada.

Actualmente se encuentra en una escuela de educación especial, en donde ya ha permanecido por dos años consecutivos; y a pesar de haberse observado avances en lo que se refiere al nivel de competencia curricular en las asignaturas de español, matemáticas y conocimiento del medio, aún continúan la presencia de comportamientos desfavorables para intentar su integración a una escuela regular.

La maestra de su  grupo refiere que:  los periodos de atención de Tania son cortos, en varias ocasiones no termina lo que empieza, no permanece quieta en su asiento, se para de su lugar y deambula por el salón tomando materiales, es irritable y tiene poca tolerancia a la frustración, cuando se le llama la atención o contradice pierde fácilmente el control de sus respuestas tornándose violentas (golpea, avienta, patea,  grita,  insulta, llora y se tira) en ocasiones dice que esta aburrida y se tira al suelo y comienza a patear la pared.

Ante las circunstancias anteriormente descritas la maestra del grupo de Tania, ha buscado implementar diferentes estrategias que le permitan afrontar la situación con su alumna, sin embargo hasta este momento no ha tenido éxito.  Quizás la causa de la poca efectividad de sus estrategias se deba a que aplica saberes empíricos para abordar la situación; tal vez una buena alternativa para tratar el caso sería la implementación de un programa de modificación de conducta, esto es   poner en práctica de forma sistemática los principios psicológicos sustentados en el paradigma conductista.

Desde esta postura cualquier conducta es aprendida, y es producto de las contingencias ambientales, por lo tanto un cambio en ellas provocaría invariablemente un cambio en la conducta.  Los primeros referentes de esta corriente teórica se sitúa en los estudios e investigaciones que llevo a cabo Ivan Pavlov sobre los reflejos condicionados  y las variables que los controlan;  y Thorndike que estableció en términos muy generales que cualquier conducta se aprende en función de sus efectos.

El conductismo propiamente dicho se desarrolla a partir de los postulados e investigaciones hechas por John Watson y posteriormente por Frederic Skinner, y es precisamente este último quien explica y argumenta los principios del condicionamiento operante, el cual se entiende como: El proceso de aprendizaje mediante el cual se hace que una respuesta sea más probable o frecuente a partir de una operante que se refuerza.

Una operante se define como el impacto sobre el ambiente que fortalece la probabilidad de una respuesta; un reforzador es considerado como todo estímulo que incrementa la conducta a partir de las consecuencias que este genera sobre el contexto y el propio sujeto, así podemos advertir dos tipo de reforzadores: positivos o negativo, haciendo hincapié  de que en  ambos casos el objetivo es incrementar la conducta.

Se considera reforzador Positivo si es el efecto de la presentación de un premio, estos últimos pueden ser tangibles como los alimentos, juguetes o ropa, e intangibles como   la aprobación, alabanza o acciones.

Así por ejemplo, sí un niño dice por favor cuando quiere una galleta y la mamá se la da, la galleta se vuelve un reforzador positivo para que la conducta: decir por favor, vuelva a repetirse.
Sí un niño termina su trabajo y la maestra le dibuja una cara feliz, ésta se vuelve un reforzador para que la conducta: terminar el trabajo vuelva a presentarse.

Se reconoce como reforzador Negativo si es el efecto de la eliminación de un estimulo aversivo, es decir la suspensión de algo no placentero para que la conducta se presente.

Un ejemplo de este tipo de reforzador es  acudir  todos los días a trabajar para evitar un descuento, el descuento se convierte en un estimulo aversivo que se evita cuando se presenta la conducta: acudir a trabajar.
De esta manera cuando la maestra le dice a un alumno no sales al recreo si no terminas tu trabajo, el no salir al recreo se convierte en un estimulo aversivo  que se elimina en el momento en que se lleva a cabo la conducta: hacer el trabajo.

Cabe hacer mención que muchas veces en las escuelas, los maestros desconocen que sus respuestas ante ciertas conductas problemática en los alumnos, actúan precisamente como reforzadores de las mismas, propiciando que estas se incrementen en vez de disminuir; así cuando un niño está haciendo una rabieta  y el maestro se le acerca para regañarlo, corregirlo o tratar de tranquilizarlo lo único que está ocasionando es que la rabieta o berrinche  vuelva a presentarse  porque ha conseguido que se fije la atención en él.
  
Como se ha podido distinguir los reforzadores conducen al incremento de conductas, no obstante también es posible disminuir la presencia de una conducta haciéndola seguir de un estímulo punitivo o castigo.

Una muestra de lo anterior se observa  si  cada vez que un niño intenta tocar un objeto de cristal ser le golpea la mano, la conducta intenta tocar disminuye o desaparece como consecuencia del estimulo punitivo: golpe  

De igual manera podemos disminuir la conducta si le quitamos la oportunidad de un reforzamiento, ejemplo, si la atención que se le presta a alguien actúa como reforzador quitarle la oportunidad de llamar la atención o ignorarlo  puede actuar como castigo, lo cual se denomina tiempo fuera.

En todo caso son tres las posibilidades que podemos advertir en una conducta apartir de un programa de intervención: 1.Aumentar,  2. Disminuir   y 3. Mantener. Como es de suponer el programa de modificación de conducta lo que busca es incrementar las conductas aceptables y disminuir las inapropiadas.

De esta manera, para aplicar un programa de modificación de conducta se requiere: determinar que conductas se desea mantener , cuales incrementar y aquellas que se pretenden disminuir, para ello es necesario realizar un análisis de la situación en que se presentan las conductas a fin de determinar los estímulos quelas provocan, considerando que las conductas deben de ser observables y medibles a fin de poder expresarse  gráficamente.

Partiendo de lo anterior se puede realizar una descripción de la conducta que se pretende modificar y del resultado que se espera, lo que permite determinar lo que se denomina línea base, sobre la cual se fundamenta la intervención y se lleva a cabo la evaluación de la efectividad del programa.

Así tomando como referencia el caso de Tania primero por hacer es:

1) Seleccionar la conducta que se quieren modificar.
a) Deambular por el salón
b) Golpearse contra la pared

2) Registrar la frecuencia, duración o intensidad de la conducta a modificar.
a)  Diez veces durante la jornada escolar 
b) Tres veces a la semana

3) Tomar en cuenta si la conducta  se quiere incrementar, disminuir o mantener.
a) Incrementar el tiempo en que permanece sentada en su lugar durante la primera hora de clases
b) Disminuir el número de veces que se golpea en la pared

4) Identificar y determinar los reforzadores
a) Acudir al salón de cantos y juegos
b) Salir al recreo

 5) Una vez determinado lo anterior se podrá definir el programa de reforzamiento para ponerlo en práctica.

A manera de consideración final es importante distinguir que, un programa de modificación de conducta es eficaz a partir de la especificación detallada de la conducta que se desea cambiar, y la distinción correcta de los reforzadores para llevarlo a cabo, por lo tanto depende en gran medida de que la información recopilada sea confiable, ya que la falta de precisión en los datos y los procedimientos, así como la confusión en la definición de los referentes teóricos conceptuales, limita la posibilidad de resolver los problemas de conducta en niños que presentan una situación parecida a la de Tania.